"Para lo único que sirve es para pincharle el globo a los demás..." Era cierto. De hecho, yo alguna vez lo había definido como un pincha-globos profesional. Pero por otro lado yo pensaba: "¿Alguno se puso a pensar de qué forma y con qué materiales construyeron su globo, y además en qué dirección lo llevan?" Él, rigurosamente ajeno a mis justificaciones teóricas, sonreía sombrío y acariciaba su alfiler.
viernes, 30 de julio de 2010
lunes, 26 de julio de 2010
ANTE LA DECADENCIA DEL MATRIMONIO HETEROSEXUAL
jueves, 22 de julio de 2010
LA LENGUA POPULAR
Para Cacho, in memoriam
“Éste es el que les pega a los borrachos…” El comentario me molestó porque la verdad era que yo casi todos los días estaba borracho, y con relativa frecuencia me peleaba con alguien, estuviera ese alguien borracho o no. De hecho, más de una vez, después de caer bajo los golpes de algún contrincante ocasional, ya desde el piso, como corolario melancólico e inútil a veces, a veces como reproche no demasiado entusiasta, había escuchado la sentencia inevitable caer desganada de los labios de algún testigo “A los borrachos no se les pega...” Sin embargo yo jamás había esgrimido esa sentencia como un argumento, y ahora encima tenía que soportar que me la enrostraran justamente a mí, quien teniendo tantas veces derecho a pronunciarla y a ampararme bajo su cobijo ancestral nunca me había preocupado por hacerlo. Sentí que debía emborracharme con urgencia, para pedirle explicaciones al autor del comentario y anularlo por partida doble: en el terreno físico, dándole una paliza más que merecida. En el terreno ético, empujándolo a tener que violar la moral de la frase con la que había querido condenarme. Mientras me alejaba del grupo en el que estaba el censor de los comportamientos ajenos me confirmé en lo que sé desde los quince años: no se puede pisar un bar sin portar un estado de intoxicación etílica relativamente avanzado. Sin tiempo que perder, me acerqué a la barra y me tomé dos tequilas y dos chops de cerveza en limpios catorce minutos. Después me pedí un wiskhy doble con hielo que saboreé en tranquilos once minutos y como remate un nuevo tequila y una nueva cerveza (inasibles tres minutos) Resultado: en menos de media hora estaba alcoholizado en un grado más que razonable, tal vez hasta excesivo, como para pedir explicaciones al bocón que me había injuriado con tanta y tan alevosa falsedad. Ya encaraba hacia la puerta pero a último momento decidí llevarme un chop de cerveza conmigo, por un lado porque se me había calentado el pico y por otro para reforzar con un símbolo incontestable mi condición de individuo oficialmente ebrio. Después partí hacia la entrada del bar pero el bocón y su grupete ya se habían ido. Salí a la calle y revoleé la mirada para todos lados: ni rastros del tumberito de turno y su corte de rollingas devotas. Tomé un traguito de cerveza y me quedé mirando cómo la gente circulaba por la vereda con la euforia implícita de un viernes de fin de semana largo. Un tipo de anteojos sentado en un Chevrolet destartalado parecía vigilar la entrada del bar y un gato perezoso que merodeaba en torno a un cuenco de plástico de un rojo descolorido (probablemente con leche) parecía vigilar al tipo de anteojos. Pensé que de última no estaba de más un noche sin quilombo. Por supuesto me equivocaba, aunque hace bastante tiempo que estoy acostumbrado a los vaticinios desafortunados.
“Éste es el que les pega a los borrachos…” El comentario me molestó porque la verdad era que yo casi todos los días estaba borracho, y con relativa frecuencia me peleaba con alguien, estuviera ese alguien borracho o no. De hecho, más de una vez, después de caer bajo los golpes de algún contrincante ocasional, ya desde el piso, como corolario melancólico e inútil a veces, a veces como reproche no demasiado entusiasta, había escuchado la sentencia inevitable caer desganada de los labios de algún testigo “A los borrachos no se les pega...” Sin embargo yo jamás había esgrimido esa sentencia como un argumento, y ahora encima tenía que soportar que me la enrostraran justamente a mí, quien teniendo tantas veces derecho a pronunciarla y a ampararme bajo su cobijo ancestral nunca me había preocupado por hacerlo. Sentí que debía emborracharme con urgencia, para pedirle explicaciones al autor del comentario y anularlo por partida doble: en el terreno físico, dándole una paliza más que merecida. En el terreno ético, empujándolo a tener que violar la moral de la frase con la que había querido condenarme. Mientras me alejaba del grupo en el que estaba el censor de los comportamientos ajenos me confirmé en lo que sé desde los quince años: no se puede pisar un bar sin portar un estado de intoxicación etílica relativamente avanzado. Sin tiempo que perder, me acerqué a la barra y me tomé dos tequilas y dos chops de cerveza en limpios catorce minutos. Después me pedí un wiskhy doble con hielo que saboreé en tranquilos once minutos y como remate un nuevo tequila y una nueva cerveza (inasibles tres minutos) Resultado: en menos de media hora estaba alcoholizado en un grado más que razonable, tal vez hasta excesivo, como para pedir explicaciones al bocón que me había injuriado con tanta y tan alevosa falsedad. Ya encaraba hacia la puerta pero a último momento decidí llevarme un chop de cerveza conmigo, por un lado porque se me había calentado el pico y por otro para reforzar con un símbolo incontestable mi condición de individuo oficialmente ebrio. Después partí hacia la entrada del bar pero el bocón y su grupete ya se habían ido. Salí a la calle y revoleé la mirada para todos lados: ni rastros del tumberito de turno y su corte de rollingas devotas. Tomé un traguito de cerveza y me quedé mirando cómo la gente circulaba por la vereda con la euforia implícita de un viernes de fin de semana largo. Un tipo de anteojos sentado en un Chevrolet destartalado parecía vigilar la entrada del bar y un gato perezoso que merodeaba en torno a un cuenco de plástico de un rojo descolorido (probablemente con leche) parecía vigilar al tipo de anteojos. Pensé que de última no estaba de más un noche sin quilombo. Por supuesto me equivocaba, aunque hace bastante tiempo que estoy acostumbrado a los vaticinios desafortunados.
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Pensamiento y alcohol
martes, 20 de julio de 2010
PROSA DE VACACIONES
La playa pequeña, que forma una bahía pequeñísima, excluida del mundo por dos promontorios en miniatura, era, durante aquellas vacaciones de tres días, mi retiro de mí mismo. Se bajaba a la playa por una escalera tosca que empezaba, arriba, en escalera de madera, y hacia la mitad se convertía en escalones tallados en la roca, con pasamanos de hierro ferrugiento. Y, siempre que yo bajaba la escalera vieja, y sobre todo de la piedra a los pies para abajo, salía de mi propia existencia y me encontraba.
Dicen los ocultistas, o algunos de ellos, que hay momentos supremos del alma en que ésta recuerda, con la emoción o con parte de la memoria, un momento, o un aspecto, o una sombra de una encarnación anterior. Y entonces, como regresa a un tiempo que está más cerca que su presente del origen y comienzo de las cosas, siente, en cierto modo, una infancia y una liberación.
Se diría que, bajando aquella escalera poco usada ahora, y entrando lentamente en la playa pequeña siempre desierta, empleaba yo un procedimiento mágico para encontrarme más cerca de la mónada posible que soy. Ciertos modos y aspectos de mi vida cotidiana – representados en mis ser constante por deseos, repugnancias, preocupaciones – desaparecían de mí como emboscados de la ronda, se apagaban en las sombras hasta no percibirse lo que eran, y yo accedía a un estado de distancia íntima en que se me hacía difícil acordarme de ayer, o conocer como mío al ser que en mí está vivo todos los días. Mis emociones de constantemente, mis hábitos regularmente irregulares, mis conversaciones con otros, mis adaptaciones a la constitución social del mundo, todo esto me parecía cosas leídas en alguna parte, páginas inertes de una biografía impresa, pormenores de una novela cualquiera, en aquellos capítulos intervalares que leemos pensando en otra cosa, y el hilo de la narración se afloja hasta serpentear por el suelo.
Entonces, en la playa rumorosa sólo de las olas propias, o del viento que pasaba alto, como un gran avión inexistente, me entregaba a una nueva especie de sueños: cosas informes y suaves, maravillas de la impresión profunda, sin imágenes, sin emociones, limpias como el cielo y las aguas, y sonando, como las volutas al desenredarse del mar que se alza del fondo de una gran verdad; trémulamente de un azul oblicuo a lo lejos, verdeciendo a la llegada con transparencias de otros tonos verdes sucios, y, después de romper, crujiendo, los mil brazos deshechos, y desalargarlos en arena amorenada, y espuma desbabada, que congrega en sí todas las resacas, los regresos a la libertad del origen, las añoranzas divinas, las memorias, como ésta, que informemente no me dolía, de un estado anterior, o feliz por bueno o por otro, un cuerpo de añoranza con alma de espuma, el reposo, la muerte, el todo o nada que rodea como un mar grande a la isla de náufragos que es la vida.
Y yo dormía sin sueño, desviado de lo que veía sintiendo, crepúsculo de mí mismo, ruido de agua entre árboles, calma de los grandes ríos, frescura de las tardes tristes, lento jadear del pecho blanco del sueño infantil de la contemplación.
Fernando Pessoa, Libro del desasosiego
Dicen los ocultistas, o algunos de ellos, que hay momentos supremos del alma en que ésta recuerda, con la emoción o con parte de la memoria, un momento, o un aspecto, o una sombra de una encarnación anterior. Y entonces, como regresa a un tiempo que está más cerca que su presente del origen y comienzo de las cosas, siente, en cierto modo, una infancia y una liberación.
Se diría que, bajando aquella escalera poco usada ahora, y entrando lentamente en la playa pequeña siempre desierta, empleaba yo un procedimiento mágico para encontrarme más cerca de la mónada posible que soy. Ciertos modos y aspectos de mi vida cotidiana – representados en mis ser constante por deseos, repugnancias, preocupaciones – desaparecían de mí como emboscados de la ronda, se apagaban en las sombras hasta no percibirse lo que eran, y yo accedía a un estado de distancia íntima en que se me hacía difícil acordarme de ayer, o conocer como mío al ser que en mí está vivo todos los días. Mis emociones de constantemente, mis hábitos regularmente irregulares, mis conversaciones con otros, mis adaptaciones a la constitución social del mundo, todo esto me parecía cosas leídas en alguna parte, páginas inertes de una biografía impresa, pormenores de una novela cualquiera, en aquellos capítulos intervalares que leemos pensando en otra cosa, y el hilo de la narración se afloja hasta serpentear por el suelo.
Entonces, en la playa rumorosa sólo de las olas propias, o del viento que pasaba alto, como un gran avión inexistente, me entregaba a una nueva especie de sueños: cosas informes y suaves, maravillas de la impresión profunda, sin imágenes, sin emociones, limpias como el cielo y las aguas, y sonando, como las volutas al desenredarse del mar que se alza del fondo de una gran verdad; trémulamente de un azul oblicuo a lo lejos, verdeciendo a la llegada con transparencias de otros tonos verdes sucios, y, después de romper, crujiendo, los mil brazos deshechos, y desalargarlos en arena amorenada, y espuma desbabada, que congrega en sí todas las resacas, los regresos a la libertad del origen, las añoranzas divinas, las memorias, como ésta, que informemente no me dolía, de un estado anterior, o feliz por bueno o por otro, un cuerpo de añoranza con alma de espuma, el reposo, la muerte, el todo o nada que rodea como un mar grande a la isla de náufragos que es la vida.
Y yo dormía sin sueño, desviado de lo que veía sintiendo, crepúsculo de mí mismo, ruido de agua entre árboles, calma de los grandes ríos, frescura de las tardes tristes, lento jadear del pecho blanco del sueño infantil de la contemplación.
Fernando Pessoa, Libro del desasosiego
sábado, 17 de julio de 2010
lunes, 5 de julio de 2010
CODA SUDAFRICANA
Se podría pensar que habiendo sido eliminada la selección argentina del mundial de Sudáfrica (¡una vez más y van...!) La podredumbre dorada ya debería haberse despedido de dicho evento. En circunstancias normales esto sería cierto, ya que de última y siempre y cuando no sea la Argentina, nos chupa un reverendo huevo quién se haga con el fetiche que trafica la FIFA (de hecho, nos despedimos del mundial unas diez horas antes que el resto de la humanidad) La única conclusión que nos deja este mundial es que ni siquiera vendiendo el alma a Satán la selección argentina tiene posibilidades de volver a alzarse con la copa del mundo.
Verón intenta infructuosamente revertir el resultado durante el entretiempo de Argentina-Alemania
Pero hemos detectado un fenómeno espantoso de desplazamiento en el que la selección de la República Oriental del Uruguay de alguna manera vendría a vengar el honor de su hermanita mayor vejada, la República Argentina.
"La celeste": supuesta vengadora rioplatense.
Eso, sumado a la actitud nefasta del gallináceo Abreu (que en vez de patear como la tradición manda un penal que eliminaba a otro equipo de la copa, fuerte y al costado, con un dejo canchero verdaderamente infame picó la pelota para que los nobles muchachos de Ghana - que entre paréntesis, le pegaron un pesto notable a lo largo de los noventa minutos - quedaran afuera)
Gallináceo Abreu: andate a picar el próximo penal a la concha de tu madre.
todo esto decíamos, lleva a La podredumbre a un último y melancólico gesto en relación con Sudáfrica 2010: QUE GANE CUALQUIERA MENOS URUGUAY.
Aclaración para latinoamericanistas pasados de rosca: sí hubieramos querido ver campeón (aunque para una perspectiva realista era una utopía casi rousseauniana, pero qué mierda importan las perspectivas realistas) a la selección de Paraguay, que en este país de tilingos además jamás hubiera logrado esta supuesta fusión rioplatense que desde ya condenamos y a la que se abrazan desesperados quienes no quieren despertar de su sueño mundialero.
Paraguay campeón: una gloriosa utopía guaraní
En fin, para todos los hinchas del trapo blanquiceleste, y especialmente para un caballero que firmara Diego Armando Maradona, quien en varias ocasiones visitara este blog sugiriéndonos mantener lo que él errónemente consideraba una cábala, les dejamos una frase de Fito Páez:
QUIÉN DIJO QUE TODO ESTÁ PERDIDO
YO VENGO A OFRECER MI CORAZÓN.
Por última vez (hasta el 2014, si llegamos) en materia de mundiales se despide
LA PODREDUMBRE DORADA
Sponsor oficial de cualquier equipo que juegue contra la selección argentina (o contra cualquier simulacro de ella)
Verón intenta infructuosamente revertir el resultado durante el entretiempo de Argentina-Alemania
Pero hemos detectado un fenómeno espantoso de desplazamiento en el que la selección de la República Oriental del Uruguay de alguna manera vendría a vengar el honor de su hermanita mayor vejada, la República Argentina.
"La celeste": supuesta vengadora rioplatense.
Eso, sumado a la actitud nefasta del gallináceo Abreu (que en vez de patear como la tradición manda un penal que eliminaba a otro equipo de la copa, fuerte y al costado, con un dejo canchero verdaderamente infame picó la pelota para que los nobles muchachos de Ghana - que entre paréntesis, le pegaron un pesto notable a lo largo de los noventa minutos - quedaran afuera)
Gallináceo Abreu: andate a picar el próximo penal a la concha de tu madre.
todo esto decíamos, lleva a La podredumbre a un último y melancólico gesto en relación con Sudáfrica 2010: QUE GANE CUALQUIERA MENOS URUGUAY.
Aclaración para latinoamericanistas pasados de rosca: sí hubieramos querido ver campeón (aunque para una perspectiva realista era una utopía casi rousseauniana, pero qué mierda importan las perspectivas realistas) a la selección de Paraguay, que en este país de tilingos además jamás hubiera logrado esta supuesta fusión rioplatense que desde ya condenamos y a la que se abrazan desesperados quienes no quieren despertar de su sueño mundialero.
Paraguay campeón: una gloriosa utopía guaraní
En fin, para todos los hinchas del trapo blanquiceleste, y especialmente para un caballero que firmara Diego Armando Maradona, quien en varias ocasiones visitara este blog sugiriéndonos mantener lo que él errónemente consideraba una cábala, les dejamos una frase de Fito Páez:
QUIÉN DIJO QUE TODO ESTÁ PERDIDO
YO VENGO A OFRECER MI CORAZÓN.
Por última vez (hasta el 2014, si llegamos) en materia de mundiales se despide
LA PODREDUMBRE DORADA
Sponsor oficial de cualquier equipo que juegue contra la selección argentina (o contra cualquier simulacro de ella)
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sábado, 3 de julio de 2010
LOST (nos despedimos del mundial)
Por fin, se acabó. Dentro de algunas horas Argentina perdió frente a Alemania. Es probable que en alguna línea espacio-temporal de las indefinidas que abre cada X (no tenemos unidad de medida, recordar la paradoja de Aquiles y la tortuga) la selección argentina haya pasado a las semifinales, pero por cierto, y agradezco a quien sea el responsable, ESO NO PASA EN ESTE UNIVERSO.
Al Diego: gordo querido, buena campaña la tuya, así te haya costado el alma (creo que ni vos te la esperabas) Por más que hayas perdido, seguro nos veremos las caras en el 2014. Tu traje y tu serenidad (además de las cuatro victorias) levantaron bastante tu imagen en este país de asquerosos leñadores de árboles caídos. Hermano, seguí con la merca, las putas y los putos (siempre con moderación, para no reventar) pero no hablés más, o por lo menos ponete a este narigón
en el brazo donde no te pusiste al Che.
Al plantel de millonarios europeos que se van de vacaciones: no lloren, muchachos, (ba, no lloren para la prensa) que la joda empieza hoy a la noche!
A todos los que festejaron la derrota de Brasil:
qué pena!, quedamos en el mismo punto que los morochos del norte, sólo que con tres campeonatos del mundo menos, sumado al hecho infame que la última copa que vieron relucir en la AFA fue hace... veinticuatro años. Toda una vida, ¿o no?...
En fin, para terminar le quiero agradecer personalmente a este señor
que si bien fue responsable de que a la hora de que La podredumbre se pusiera bajo la advocación de alguna imagen no se pudiera encontrar ninguna, también nos sugirió que, cuando apareciera algún demonio, le arrojásemos con esto
(objeto que, al parecer, en definitiva fue con lo que se acabó este infierno)
Y sí, todo tiene un final, nada puede escapar. La derrota blanquiceleste se la dedicamos a este caballero,
quien alguna vez padeció este tipo de avances temporales que estoy teniendo hoy a las dos de la mañana del 2 de julio, y también a este otro muchacho
quien jamás vio un partido de fútbol y quien fuera víctima del destronamiento fácil de Pink Floyd, sin Hamlet ninguno que lo vengara.
Nada mas. Venceremos
(¿o vencimos?)
La podredumbre dorada. En cualquier espacio-tiempo, SPONSOR OFICIAL DE TODO EQUIPO QUE JUEGUE CONTRA LA SELECCIÓN ARGENTINA.
PD: Ah, lo mejor de la selección creemos que fue esto
Al Diego: gordo querido, buena campaña la tuya, así te haya costado el alma (creo que ni vos te la esperabas) Por más que hayas perdido, seguro nos veremos las caras en el 2014. Tu traje y tu serenidad (además de las cuatro victorias) levantaron bastante tu imagen en este país de asquerosos leñadores de árboles caídos. Hermano, seguí con la merca, las putas y los putos (siempre con moderación, para no reventar) pero no hablés más, o por lo menos ponete a este narigón
en el brazo donde no te pusiste al Che.
Al plantel de millonarios europeos que se van de vacaciones: no lloren, muchachos, (ba, no lloren para la prensa) que la joda empieza hoy a la noche!
A todos los que festejaron la derrota de Brasil:
qué pena!, quedamos en el mismo punto que los morochos del norte, sólo que con tres campeonatos del mundo menos, sumado al hecho infame que la última copa que vieron relucir en la AFA fue hace... veinticuatro años. Toda una vida, ¿o no?...
En fin, para terminar le quiero agradecer personalmente a este señor
que si bien fue responsable de que a la hora de que La podredumbre se pusiera bajo la advocación de alguna imagen no se pudiera encontrar ninguna, también nos sugirió que, cuando apareciera algún demonio, le arrojásemos con esto
(objeto que, al parecer, en definitiva fue con lo que se acabó este infierno)
Y sí, todo tiene un final, nada puede escapar. La derrota blanquiceleste se la dedicamos a este caballero,
quien alguna vez padeció este tipo de avances temporales que estoy teniendo hoy a las dos de la mañana del 2 de julio, y también a este otro muchacho
quien jamás vio un partido de fútbol y quien fuera víctima del destronamiento fácil de Pink Floyd, sin Hamlet ninguno que lo vengara.
Nada mas. Venceremos
(¿o vencimos?)
La podredumbre dorada. En cualquier espacio-tiempo, SPONSOR OFICIAL DE TODO EQUIPO QUE JUEGUE CONTRA LA SELECCIÓN ARGENTINA.
PD: Ah, lo mejor de la selección creemos que fue esto
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jueves, 1 de julio de 2010
PARTE DE GUERRA
Sudáfrica es un polvorín.
La estremecedora denuncia de La podredumbre dorada ha generado reacciones de todo tipo. Desde la confusión y pasividad de la burocracia eclesiástica
hasta masas espontáneas que se han volcado a las calles para repudiar el pacto Lucifer-Maradona
En Pretoria, mientras tanto,
los entrenamientos de la selección se hacen a puertas cerradas pero algunos periodistas lograron infiltrarse. Las imágenes son elocuentes
y cuando, por ejemplo, un grupo de cruzados autoconvocados rodea al Diego y le expresa su rechazo
éste los enfrenta y sin disimulo saca a relucir su estirpe diabólica.
La Brujita Verón, por su lado, se fotografía con notorias personalidades anti-cristianas y no duda en declarar cosas como ésta:´"Con Marylin estuvimos haciendo cuentas y llegamos a la conclusión de que por lo menos el setenta por ciento de la hinchada de Estudiantes de la Plata es satánica declarada, o por lo menos manifiesta algún tipo de simpatia por el demonio"
La mezcla de elementos futbolísticos e infernales está a la orden del día.
Los hinchas argentinos ya no se reúnen como antaño en asados cordiales para exhibir panzas soberbias y lucirse en jocosos chistes verdes,
sino que se juntan en cualquier bar y a la vista de todos montan aberrantes misas negras,
que terminan casi siempre con un sacrificio humano (generalmente, el de la pobre camarera, así de paso, en una variante perversa de la "viveza criolla", se ahorran de abonar la consumición)
EN RESUMEN, EL CLIMA ES BASTANTE TENEBROSO
MIENTRAS TANTO, AJENA A ESTA NUEVA GUERRA DE RELIGIÓN, LA PODREDUMBRE DORADA MEDITA CUÁL SERÁ SU PRÓXIMO PASO
La estremecedora denuncia de La podredumbre dorada ha generado reacciones de todo tipo. Desde la confusión y pasividad de la burocracia eclesiástica
hasta masas espontáneas que se han volcado a las calles para repudiar el pacto Lucifer-Maradona
En Pretoria, mientras tanto,
los entrenamientos de la selección se hacen a puertas cerradas pero algunos periodistas lograron infiltrarse. Las imágenes son elocuentes
y cuando, por ejemplo, un grupo de cruzados autoconvocados rodea al Diego y le expresa su rechazo
éste los enfrenta y sin disimulo saca a relucir su estirpe diabólica.
La Brujita Verón, por su lado, se fotografía con notorias personalidades anti-cristianas y no duda en declarar cosas como ésta:´"Con Marylin estuvimos haciendo cuentas y llegamos a la conclusión de que por lo menos el setenta por ciento de la hinchada de Estudiantes de la Plata es satánica declarada, o por lo menos manifiesta algún tipo de simpatia por el demonio"
La mezcla de elementos futbolísticos e infernales está a la orden del día.
Los hinchas argentinos ya no se reúnen como antaño en asados cordiales para exhibir panzas soberbias y lucirse en jocosos chistes verdes,
sino que se juntan en cualquier bar y a la vista de todos montan aberrantes misas negras,
que terminan casi siempre con un sacrificio humano (generalmente, el de la pobre camarera, así de paso, en una variante perversa de la "viveza criolla", se ahorran de abonar la consumición)
EN RESUMEN, EL CLIMA ES BASTANTE TENEBROSO
MIENTRAS TANTO, AJENA A ESTA NUEVA GUERRA DE RELIGIÓN, LA PODREDUMBRE DORADA MEDITA CUÁL SERÁ SU PRÓXIMO PASO
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