domingo, 2 de junio de 2024

COGER (4)

Helena, en corpiño y bombacha, le acercó el café con dulzura pero Arthur agarró la taza desganado, molesto. Todo se amontonaba, todo estaba mal. Encima lunes. Cristo. Era ateo pero no le salía otra cosa que decir eso : Cristo. Igual no lo dijo. Se acordó de su viejo, que era un laburante de la madera que jamás pisó iglesia ninguna pero que cada vez que se sacaba gruñía: por los claaaavos de Crrrristoooo... Bueno, él había eliminado a los clavos. Para los giles que pensaban que no había progreso. Helena le sonrió con esa elegancia maravillosa que tenía (hija de puta, ¿quién la había entrenado?) y le dio un beso apenas en la boca. “Ya está, ya te pediste el día. Olvidate de todo. Hasta de coger...” Arthur suspiró y tomo un trago del café. Se quemó un poco pero no le importó. Dio un segundo trago y pensó en Nisman. ¿Qué carajo habría pasado? Tenía que ser una cama, ¿cómo vas a matar a quién te denuncia? “En fin”, razonó, “uno que está peor que yo...” Helena se sentó al lado de él y lo miró a los ojos: “me podés decir qué le esta pasando a esa cabecita?...” Arthur tomó un tercer trago de café. “No sé. Bueno, o sí sé. Me estoy volviendo loco” anunció con una sonrisa tranquila, que desestimaba a primera vista la literalidad de la afirmación. “Ajá. ¿Y puedo preguntar por qué?” inquirió Helena en tono a medias preocupado, a medias jocoso. Arthur quedó atontado, invalidado en cierta forma por la simpleza de la pregunta. ¿Porqué se estaba volviendo loco? Si lo planteaba así no tenía mucho sentido. Estaba bien de guita, era un tipo reconocido, salía con una mina que era... sí, era y también era... pero bueno, ¿era solo eso? No podía ser. No podía ser. El podía pensar en términos racionales. Sí, había sido la pareja de Pedro, pero ¿qué?... ¿qué? No podía ser. No podía ser pero al parecer era. ¿En serio, solo por eso estaba tan fuera de eje? Si él no tenía ninguna culpa, si Pedro... “Bueno, además estaba lo de Nisman”, pensó con una leve fulguración de humor. “Esta país se va al carajo y yo me voy al carajo con él. Mi identificación con Argentina es total...” Helena lo miró comprensiva y como si le leyera la cabeza dijo: “Dale. ¿En serio porque Pedro y yo...”. Arthur hizo una seña de agobio para cortar el tema y se refugiaba en el café,cuando sintió una ereccción sorpresiva. Miró a Helena. Qué hermosa era Helena. Qué hermosa. Y él, qué idiota, ¿en qué estaba pensando?, Pedro hubiera sido el primero en bancarlo, así como él hubiese bancado a Pedro de darse las cosas al revés. Nada en sus auto-recriminaciones tenía ningún sentido. Dio un trago al café, lo apoyó en la mesa de luz y se recostó levantando la sábana, exhibiendo orgulloso su erección. “Ah, bueno...” dijo Helena, cómplice, y lo empezó a masajear, despacio. Se dieron unos besos apurados y unos segundos después Helena se metía su pija en la boca. Arthur le empezó a toquetear las tetas y a frotarle los pezones, como a ella le gustaba, y casi enseguida Helena se sacaba la bombacha y se montaba sobre él. Ya estaba adentro de Helena, gozando relajado y sintiendo que todos los putos fantasmas se desvanecían de una puta vez, cuando escuchó una voz en su cabeza: “traidor...” No era la voz de Pedro, era una voz neutra, tal vez su propia voz (¡¡¿en serio?!!), pero no era que lo pensaba él, el tema es que la escuchaba, sería su voz pero no era su voz, o no era su cabeza digiriéndola:“Traidor...” La pija se le comprimió en medio segundo. Helena intentó seguir pero más o menos rápido se dio cuenta de que la magia se había evaporado y que no tenía sentido. Sin atisbo de molestia, le dio un beso en la boca y se recostó a su lado.

No hay comentarios: