sábado, 7 de octubre de 2023

ZAFAR (2)

Hacía mucho calor y el ventilador era muy lento; "a tono con el pueblo", pensó Leni. Estaba en calzones, despatarrado en la cama, lata de Quilmes Stout helada apoyada en el centro de su pecho y sostenida por su mano izquierda. En la tele el minuto treinta y pico de Jurasic Park. "Todo, hasta el cine, me lleva al pasado", pensó melodramáticamente, mintiéndose a sí mismo, pero enseguida captó su mentira -inercia inevitable de los discuros prefabricados- y se corrigió. "Bah... en realidad es al revés. Adentro mío hasta ahora nada me llevó al pasado. Digo, nada directamente, si no lo pienso. Eso es lo loco. Pensé que... pero bueno, también con este calor..." Tomo un trago volcándose algo de birra en el pecho y se incorporó, sintiéndose un tarado. "Puta madre... ¿qué carajo estoy haciendo acá?..." se preguntó molesto, sacudiéndose de encima la cerveza del pecho. Apoyó la lata en la mesa de luz y ya que estaba medio levantado aprovechó para meterse en el baño y mear. ¿Qué carajo estaba haciendo ahí? Era una buena pregunta, sin respuesta clara. Una mezcla de turismo sentimental, ganas de dar una vuelta veraniega y no tener un mango, hartazgo o desinterés en socializar, etc. ¿Qué otra cosa lo podía haber llevado ahí? Bueno, sí. Eso. Pero "eso" entraba, diluido o camuflado en lo del turismo sentimental. Y ahí estaba, en un lugar que no lo remitía a nada, lo único que tenía relación con el pasado, pero con un pasado muy remoto, tan remoto como el jurásico, era Jurasic Park. ¿De su vida, o de esos aspectos de su vida etc? Nada. O la idea que tenía de recordarlos, o sea nada que no podría haber hecho tranquilamente acostado en su cama, en su depto de Bs. As. "Seba se me hubiera cagado de risa..." pensó y también sintió un reflujo agridulce. Por primera vez, desde hacía tres días, entró en sintonía y no pensó, si no que sintió la risa de Seba, esa seguridad que tenia el hijo de puta, ese convencimiento de que, en el fondo, todo pasaba por la cabeza. Paradójicamente era una de las personas, sino la persona, que más había viajado de todas las que había conocido. Pero esa idea que repetía "si sos un siome son un siome en Almagro o en el Taj Majal", bueno... Pero no era solo decirlo; había que ponerlo en acto. Y Seba lo había hecho. Bah por lo menos ante él. En el fondo nunca sabemos tanto uno de los otros. Terminó de mear acomodando esas ideas y decidió que las sábanas estaban demasido pegajosas para volver a acostarse encima. Ok, a tomar un poco de aire. Se calzó las bermudas azules forcejeando con el cinturón, se puso la remera, remató la lata, sacó otra sintiéndose confortado con que, después de la cuarta, lo esperaba en la heladera el champagne que le había regalado Bruno para su cumpleaños y, helada y blanca, la botella de Smirnoff. Abrió la lata y abrió la puerta casi al mismo tiempo. En la calle el calor era el mismo pero más liviano, más disperso. No era tarde pero había cero movimento: un auto pasaba desganado, una sirena se oía muy pero muy lejos, los perros ladraban constantes, siempre distantes, frenéticos siempre, los árboles -pinos tal vez, ninguna idea tenía de botánica-, sususrraban casi para sí con ayuda del viento su himno íntimo, verde y sutil; Leni dio dos tragos largos de cerveza y empezó a alejarse. Se felicitó por no haber hecho lo que en un momento pensó, salir botella de Smirnoff en mano. No estaba en pedo pero esa impunidad falsa de las vacaciones más las tres latas de birra previas... Uf, ahí mandaba la bonaerense. Perfil bajo y listo. Caminó cuatro o cinco pasos y una explosión de ladridos lo hizo retroceder casi en sentido físico. Tres o cuatro mastines descontrolados avanzaban con intenciones al parecer homicidas sobre su persona. Leni dudó un segundo pero después empezó a retroceder apurado, casi al instante desesperado. Terminó metiéndose en la habitación a los empujones y tirando la lata de birra a los mastines que a dentellada limpia le marcaban, al parecer, que no era bienvenido en Termas Blancas. Cerró la puerta a lo bestia y se derrumbó para atrás, atajándose y cayendo con cierta elegancia. Había zafado, zafado de pedo, zafado mal, no se lo habían comido por una cuestión de milésimas de segundos. Leni se derrumbó en la cama, habiendo manoteado la botella de Smirnoff. Hijos de puta, ¿qué mierda era esa jauría demoníaca? Pensó que con algo menos de velocidad no tenía claro si se lo hubieran morfado o no pero seguro un par de mordiscos se comía. Se estiró en la cama y encendió de nuevo la TV, hacía años que no veía TV de aire. Zafó (también) de Jurasic Park; hizo un poco de zapinng y se clavó en TN. Un fiscal, que no tenía idea quién era, en medio de bombos y platillos acusaba a Cristina de traición a la patria.

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